El castillo del cerro Amasatrigo se encuentra en el
cerro del mismo nombre, cerca de la localidad de Olmedilla del Campo, en el
término municipal de Campos de Valparaíso, provincia de Cuenca. El Castillo
pertenecería a Alfonso VI, al haberlo recibido en la dote que trajo Zaida al
casarse con él. Sin embardo no queda claro en las fuentes si el rey casó o no
con Zaida y por tanto si hubo o no dote. En la crónica De Rebus Hispaniae, del
arzobispo de Toledo Rodrigo Jiménez de Rada, se cuenta entre las esposas de
Alfonso VI. Pero la Crónica najerense y el Chronicon mundi indican que Zaida
fue concubina y no esposa de Alfonso VI. Según Gonzalo Martínez Díez,
contrajeron matrimonio después del año 1100, quedando legitimado el hijo de
ambos quien se convirtió en príncipe heredero del reino cristiano. Otras
fuentes dicen que Zaida se acomodó en la corte leonesa, renunció al islam, y se
bautizó en Burgos con el nombre de Isabel. No solo conservó todas sus
costumbres sino que las difundió e introdujo nuevos y frescos aires culturales
de la sociedad musulmana. El arabista Ángel González Palencia escribe que la
corte de Alfonso VI, casado con Zaida, parecía una corte musulmana.
Lo cierto es que, después de estar casado con Inés de
Aquitania, Constanza de Borgona, Berta y Beatriz de Este, fue Zaida quien le
dio el único hijo varón y heredero del trono; Sancho Alfónsez, el cual siendo
un niño murió en la batalla de Uclés.
Entre Olmedilla del Campo y los Valparaísos se levanta
este cerro que fue un enclave fundamental en las batallas de la Reconquista en
tiempos de Alfonso VI. A muy pocos metros a la derecha de la autovía de Cuenca
a Tarancón, en el término municipal de Campos de Valparaiso, cerca de Olmedilla
del Campo, se levanta el cerro del castillo de Amasatrigo.
Varios libros antiguos, alguno del siglo X, recogen ya
noticias escritas sobre el castillo de Amasatrigo. Más recientemente, en 1901,
en la Primera Crónica General de la Historia de España de Ramón Menéndez Pidal
se relata la batalla de Uclés, que tuvo lugar en 1108. En ella se nombra este
lugar.
Se trata de una fortaleza con caserío junto al
castillo, que a partir del siglo XVII se utilizó como convento y, más tarde,
como ermita dedicada a Nuestra Señora del Castillo de Amasatrigo, de gran
devoción hasta el siglo XVIII.
Las ruinas del Castillo de Amasatrigo en el denominado
cerro de la Muela, cuyo nombre conocemos por las crónicas medievales ligado a
los de Uclés, Huete y Cuenca constituyendo un conjunto de fortalezas y atalayas
para el control de las tierras recientemente reconquistadas y en donde las
tareas repobladoras eran cada vez más importantes. Hasta que Alfonso VIII
liberó cuenca del dominio árabe, Olmedilla del Campo había estado bajo el
dominio árabe. En aquella época, el Cerro Castillo, fue fortaleza, unas veces
en manos de los árabes y otras en poder de los cristianos. Ello se recoge en el
libro, Relaciones de pueblos de la diócesis de Cuenca., hecho por Felipe II en
1578. En él se señala que en el Cerro Castillo, parece haber habido castillo, o
fortaleza, y en el momento hay una ermita llamada Nuestra Señora del Castillo
de Amasatrigo. En el término de Olmedilla del Campo. Esta ermita estuvo abierta
hasta principios del siglo XIX.
La aldea de Amasatrigo era ya despoblado en 1236.
Hasta el siglo XVIII está documentada la existencia de un convento y una ermita
con el nombre de Nuestra Señora del Castillo de Amasatrigo
El convento y la ermita de Amasatrigo se mantuvieron
en pie y con culto hasta los años de la Guerra Civil de 1936-1939 en los que
fueron destruidos.
MISTERIOS Y LEYENDAS EN EL CASTILLO DE
AMASATRIGO
Actualmente se conservan muy pocos restos del antiguo
edificio defensivo pero el lugar está rodeado de historia y de leyenda.
En la batalla de Uclés, nos cuenta Pedro Izquierdo
Gismero, párroco de estos pueblos y director en su día del Museo Diocesano de
Cuenca, los árabes cercaron el castillo e hicieron huir a las tropas
cristianas, a cuyo mando estaba el rey Alfonso VI. Cuenta la historia que entonces
se perdieron los castillos de Cuenca, Amasatrigo, Huete, Uclés y Consuegra.
Después, Amasatrigo pasó a ser propiedad del rey
Alfonso VI tras casarse con una joven mora llamada Zaida, hija de un rey
sevillano cuya dote eran también los castillos de Alarcos, Consuegra, Mota,
Ocaña, Oreja, Uclés, Huete, Zorita y Cuenca. En definitiva, que a lo largo de
la reconquista, este cerro del castillo pasó de un bando a otro en varias
ocasiones. Otra referencia histórica nos lleva hasta el siglo XIV, tiempos en los
que cazaba por aquí el infante don Juan Manuel, en el valle del Paraíso.
En los pueblos del municipio se siguen contando
leyendas de moros y cristianos que tienen como marco este paraje y cerros
situados en otras poblaciones del municipio y de las que con él tienen límites
y las cuevas que también se sitúan en tierras de Olmedilla como son la del
Bache, las Lastras y Villava. El origen de estos cerros está siendo objeto de
nuevas interpretaciones no alejadas de leyendas más en consonancia con los
tiempos actuales. Las leyendas que se cuentan nos hablan de pasadizos
subterráneos que unían las cuevas existiendo y tienen como protagonistas a
bellas princesas moras algunas de las cuales están recogidas en las obras de
don Pedro Izquierdo Gismero.
Pero pasa el tiempo, avanza la reconquista, el lugar
deja de tener una importancia defensiva y poco a poco el castillo de Amasatrigo
se va abandonando. Después se utilizó como convento y hoy en día está en
ruinas.
LA VIRGEN DE LA CHINA
En una de las laderas del cerro del Castillo se
conserva aún una ermita dedicada precisamente a la Virgen de Amasatrigo. En
este lugar estuvo hasta el año 1936 esta imagen también conocida como Virgen
del Castillo o de la China, porque lleva en la mano un pequeño canto que, según
cuenta la leyenda, tiró un pastor. En la guerra civil la imagen fue quemada,
pero en estos pueblos se guardaron algunos trozos de la talla. El sacerdote
Pedro Izquierdo Gismero se ha encargado de recuperar aquellos trozos.
AMASA TRIGO
Pero para leyenda, la del nombre del castillo,
Amasatrigo. Cuentan en estos pueblos y recoge también Eusebio Julian Zarco
Cuevas, en un documento conservado en la biblioteca de El Escorial, que estando
el castillo cercado por los árabes y casi sin alimentos los habitantes de la
fortaleza, una sirvienta informa al señor del lugar que no tienen nada para
amasar pan. Y el señor del castillo le contesta: ‘amasa trigo’. Esa expresión
se convirtió al instante en un clamor en todo el recinto. Al oír, desde fuera,
las tropas árabes que en el castillo había trigo y por lo tanto alimento,
cansados de un prolongado asedio y pensando que quizás los cristianos tenían
una entrada secreta de suministros, decidieron abandonar el cerco y dejar el
castillo.
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