lunes, 13 de junio de 2022

ERMITA DE SAN ANTONIO EL LARGO ( SAN ANTONIO DE PADUA)
Las noticias sobre lugares de Cuenca abundan en el Archivo Histórico de esta ciudad. Espacios antiguos que han sobrevivido a todas las circunstancias históricas, y que hoy siguen siendo un referente de la tradición.
Es el caso de la ermita de san Antonio el Largo, situada ‘en las inmediaciones de la ciudad’.
Aunque conservamos documentos desde el año 1519 en los que se menciona la ermita, casa y huerta en la que nos vamos a detener, sin embargo, nos trasladamos varios siglos y viajamos en el tiempo hasta octubre del año 1873. ¿Y qué sucedió entonces con aquellas posesiones de la ermita…? Pues que la Administración de Hacienda provincial debía subastar la viña (o huerta) que, según la legislación desamortizadora, debía pasar a manos del Estado.
De este modo, tuvo que intervenir el obispo de Cuenca, don Miguel Payá y Rico, quien llegaría a ser Arzobispo de Santiago de Compostela y Arzobispo de Toledo y, por tanto, Primado de las Españas.
En los razonamientos que don Miguel trasladó por carta al Administrador económico de Cuenca encontramos información muy interesante sobre cómo era este lugar, que es en la que nos vamos a centrar ahora. Por aquellas cartas sabemos que la ermita de san Antonio el Largo contaba con una ‘casa contigua a dicha ermita’ que se utilizaba ‘de recreo para los obispos de esta diócesis’. Además, tenía una ‘pequeña viña’ que tenía ‘cercada con pared de piedra, es el jardín de recreo adherido a la misma’.
El obispo de Cuenca califica la viña y la casa ‘ambas de poquísimo valor’ con el fin de disuadir a Hacienda de su venta en subasta.
Y añade otro dato importante sobre la ermita y la muy conocida Fuente del Sol:
‘Ylustrando la materia, diré que el señor don Antonio Solano, otro de mis dignísimos antecesores, hace menos de una centuria, arregló aquella ermita por devoción al santo de su nombre, mejoró la casa episcopal contigua, con la pequeña viña, y aun arregló y adornó, a sus expensas, la fuente pública llamada del Sol, cercana al citado santuario y contigua al puente del río Moscas, en el camino llamado de la Mancha’.
Este lugar, desde luego, no fue el único usado como espacio de recreo por los Prelados de Cuenca. Además, en esas cartas, se menciona la ermita de san Pantaleón, en Ribatajadilla:
‘puesto que la experiencia acredita ser muy frecuente el que los palacios de recreo de los obispos se hayan levantado en su tiempo junto a algún santuario, y esto ex profeso, con el fin de poder ejercitar las funciones sagradas, aun en los breves días consagrados al esparcimiento necesario para la vida. De esto tenemos un caso práctico en san Pantaleón, de Ribatajadilla, en esta provincia.
Todos estos pequeños detalles que se aportan en los documentos nos permiten conocer, un poco mejor, estos rincones por los que, en un momento u otro, hemos paseado, y, de este modo, cuando volvemos sobre ellos, la Historia que aprendemos nos hace valorarlos más. 



 

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