Belinchón
es un municipio español de la provincia de Cuenca, en la comunidad autónoma de
Castilla-La Mancha.
HISTORIA
En
la provincia de Cuenca y limitando al Sur con Tarancón, encontramos el
municipio de Belinchón, pueblo antiquísimo donde los haya pues en él se han
encontrado restos del Neolítico y de la Edad del Bronce. De destacar son las
salinas. La historia de Belinchón está muy ligada a las salinas que habían
adquirido fama en todo el territorio por su gran producción, pureza y blancura
(a ellas hace referencia el Arcipreste de Hita en su Libro de Buen Amor).
De
la época prehistórica, En todo el término municipal de Belinchón abundan hachas neolíticas y proyectiles de honda, de
pedernal pulimentado procedente de varias regiones españolas como Granada y Calatrava, lo que indica contactos
comerciales desde remota antigüedad.
En
la mayor parte de las alturas de los cerros aparece cerámica de la 2ª edad del
bronce, raederas y elementos de hoz, de cuarzo lechoso.
En algunas tierras de labor aparecen cistas
funerarias, cuya disposición geométrica indica ser necrópolis prehistóricas,
probablemente de origen ibérico. En una piedra de arenisca aparecen escritas varias letras de alfabeto
ibérico.
En
la Edad Antigua, por razones de
proximidad geográfica Belinchón hubo de estar relacionada con la ciudad de
Segóbriga y con la encontrada en el cercano municipio de Driebes (Guadalajara),
que se proveerían de sal de Belinchón.
Las crónicas almorávides sobre la batalla de Uclés
han permitido reconstruir la existencia de Belinchón durante el califato de
Córdoba. Sabemos que existía una alcazaba árabe conocida como Balchún, donde
estaría la mezquita, el castillo, en el lugar que ahora ocupa la iglesia
parroquial, y el poblado. El conjunto estaría rodeado por una muralla, de la
que se pueden intuir al menos dos puertas, en los barrios conocidos como El
Zaguan y El Postiguillo. Otra puerta principal estaría en el lado sur de la
muralla, dando acceso al camino que la bordeaba en dirección a Toledo.
En
el año 1146 Alfonso VII el Emperador permuta con los moros el castillo de
Alacun por Uclés, momento en que Belinchón pasa a dominio cristiano.
La
instalación de la Orden de Santiago en Uclés (1174) motivó que el propio
Alfonso VIII concediese a dicha Orden el diezmo de las Salinas de Belinchón, en
el año 1178. El
Con
la creación de la diócesis de Cuenca,
como sufragánea de la de Toledo, la iglesia de Belinchón pasó a la recién
creada diócesis, mientras el pueblo y las salinas seguían perteneciendo a la
archidiócesis toledana.
Con
Enrique IV y su hermana Isabel I de Castilla, las Salinas son arrendadas a don
Rodrigo de Ulloa a pesar de los derechos que sobre ellas tenía la Orden de
Santiago, que en 1544 mantenía un pleito sobre el cupo de sal que le
correspondía.
El
reinado de Felipe II trastoca totalmente el sistema jurídico y social del
pueblo, en relación con la pacífica posesión de que había gozado la
archidiócesis de Toledo que, como consecuencia de los decretos del Concilio de
Trento, debía renunciar a sus posesiones feudales. Tal renuncia permitió derribar el castillo para
construir sobre él la nueva iglesia parroquial, bajo la advocación de San
Miguel Arcángel, reaprovechando los materiales del derribo, de la que se colocó
la clave de la bóveda del ábside en el año 1564, aunque su terminación se
prolongó hasta finales del siglo XVIII.
Poco
tiempo después la corona enajena Belinchón a favor de don Juan Antonio Marín
y don Juan María de Covari, quienes en
1579 lo venden a don Juan Francisco Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete.
El
5 de octubre de 1579 el pueblo solicitó a Felipe II comprar el derecho de
villazgo al citado Marqués de Cañete,
cosa que consiguió al año
siguiente.
Belinchón
pasó sucesivamente de ser feudo de señorío eclesiástico a señorío laico y,
finalmente, a villa de señorío real.
La
documentación histórica, económica y social más importante del siglo XVIII la
aporta el Catastro del Marqués de la Ensenada (1752. En aquellos momentos el pueblo contaba con
360 vecinos, 300 casas habitables, 50 inhabitables y 40 en total ruina. En esta
época se construye la torre del reloj, en el edificio del ayuntamiento, que
todavía se conserva. El siglo XVIII termina en Belinchón con grandes fiestas,
con motivo de la colocación de un cuadro del rey Carlos IV en las salas
capitulares del Ayuntamiento.
Con la restauración de Fernando VII se publica
la división administrativa de España, en la que Belinchón se adscribe a la
provincia de Cuenca, partido judicial de Tarancón. En el Trienio Liberal (1822)
pasa a la provincia de Madrid, partido judicial de Estremera y con la nueva
división territorial por provincias, de Javier de Burgos (1833), vuelve a Cuenca y al partido de Tarancón.
El
siglo XIX termina con la construcción del ferrocarril Aranjuez-Cuenca, el
proyecto de reforma del ayuntamiento, a cargo del arquitecto provincial don
Carlos Calevaris (1894), y la crisis de 1898.
En el primer tercio del siglo XX el pueblo
sigue dependiendo de la agricultura de secano, ganadería extensiva y
comercio de la sal, extendiéndose su
venta por la Alcarria y la Mancha.
Durante
la guerra civil (1936-39) desaparecieron el archivo y la totalidad de altares e imágenes de la
iglesia parroquial
PODEMOS VER
Iglesia parroquial gótica
de San Miguel Arcángel.- La iglesia fue construida sobre los
restos de una fortaleza árabe. Consta de tres naves separadas por columnas con
capiteles toscanos. En el exterior destacan sus contrafuertes y el ábside
poligonal. La torre está adosada a los pies del templo y es de planta cuadrada.
Fue declarada monumento nacional en 1972. Iglesia de estilo gótico tardío.
El ayuntamiento.- En la plaza encontramos el Ayuntamiento de la
localidad, un edificio del siglo XVIII, antigua casa-palacio de D. Francisco
Álvarez de Toledo. Antes de acoger las actuales dependencias fue usado como
cárcel, sala capitular y Pósito. Merece la pena reseñar su espléndida fachada
con soportales y balconada de madera sujeta mediante columnas. Culmina la obra,
en el margen derecho, la torre del reloj.
La casa-palacio Salazar.-
Es sin duda una de las manifestaciones más importantes del patrimonio civil de
Belinchón. Consta de dos plantas, destacando en su fachada la estupenda rejería
de ventanas y balcones, además del escudo nobiliario ubicado sobre la puerta.
La ermita de San
Cristóbal.- Es una construcción sencilla, de pequeñas
dimensiones. Lo mejor de todo son sus estupendas vistas.
La ermita de San Isidro.-
Es una construcción sencilla del planta cuadrada.
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