Partiendo de la Plaza Mayor y subiendo por la calle San Pedro podemos ver a la derecha las ruinas de la Iglesia de San Pantaleón, que es la más antigua de Cuenca tras su reconquista y que tiene un arco ojival del siglo XIII apoyado en columnillas rematadas por capiteles y un ábside plano, lo que parece indicar un origen templario. En el interior, podemos contemplar la imagen de Federico Muelas. Poeta conquense muy querido en la ciudad.
El templo originario constaba de tres naves separadas con pilares que sostenían arcos apuntados como el que hoy día se conserva en la entrada principal, y en el que se puede observar un fino capitel historiado de tema caballeresco. Su superficie abarcaba tanto los restos actuales como la calle del Obispo Guerra Campos y el antiguo convento que actualmente alberga un hotel. Los estudios de los historiadores determinan que entre finales del siglo XV y principios del XVI, el antiguo tempo de la orden del Hospital –denominado por ese entonces San Juan Bautista- se redujo a una ermita de una sola nave como consecuencia de la proximidad de nuevos templos o la propia catedral.
Las obras vuelven al actual San Pantaleón en el siglo XVIII, cuando el templo se denominaba San Juan de Letrán, para acondicionar los muros laterales de la cabecera. También se interviene en los siglos XIX y XX. Concretamente, en 1874 cuando se desmantela el templo para construir barricadas durante la Tercera Guerra Carlista, y en 1998 para coloca colocar la estatua de Federico Muelas.
Las obras de reurbanización de la ronda de Julián Romero pusieron al descubierto en 2009 una verdadera necrópolis en la calle del Obispo Guerra Campos que, hasta el siglo XV, fue la nave de lateral de la Iglesia de San Pantaleón. Los trabajos sacaron a la luz un total de 23 fosas con restos de entre 140 y 150 personas enterradas entre los siglos XIII y XVI.
La levantaron los caballeros templarios en el siglo XIII. En la actualidad sólo se conservan una serie de ruinas. Se conserva un precioso arco ojival a la entrada y símbolos templarios. En el interior, podemos contemplar la imagen de Federico Muelas.
Lo que me parece lamentable es que un monumento de estas características sea utilizado como una terraza de bar con las sillas y las mesas dentro de las propias ruinas.
El templo originario constaba de tres naves separadas con pilares que sostenían arcos apuntados como el que hoy día se conserva en la entrada principal, y en el que se puede observar un fino capitel historiado de tema caballeresco. Su superficie abarcaba tanto los restos actuales como la calle del Obispo Guerra Campos y el antiguo convento que actualmente alberga un hotel. Los estudios de los historiadores determinan que entre finales del siglo XV y principios del XVI, el antiguo tempo de la orden del Hospital –denominado por ese entonces San Juan Bautista- se redujo a una ermita de una sola nave como consecuencia de la proximidad de nuevos templos o la propia catedral.
Las obras vuelven al actual San Pantaleón en el siglo XVIII, cuando el templo se denominaba San Juan de Letrán, para acondicionar los muros laterales de la cabecera. También se interviene en los siglos XIX y XX. Concretamente, en 1874 cuando se desmantela el templo para construir barricadas durante la Tercera Guerra Carlista, y en 1998 para coloca colocar la estatua de Federico Muelas.
Las obras de reurbanización de la ronda de Julián Romero pusieron al descubierto en 2009 una verdadera necrópolis en la calle del Obispo Guerra Campos que, hasta el siglo XV, fue la nave de lateral de la Iglesia de San Pantaleón. Los trabajos sacaron a la luz un total de 23 fosas con restos de entre 140 y 150 personas enterradas entre los siglos XIII y XVI.
La levantaron los caballeros templarios en el siglo XIII. En la actualidad sólo se conservan una serie de ruinas. Se conserva un precioso arco ojival a la entrada y símbolos templarios. En el interior, podemos contemplar la imagen de Federico Muelas.
Lo que me parece lamentable es que un monumento de estas características sea utilizado como una terraza de bar con las sillas y las mesas dentro de las propias ruinas.
Acabo de hacer una visita a Cuenca donde hacia muchos años que no había ido y que nuevamente me ha maravillado. Y en esta ocasión he tenido ocasión de visitar estas venerables ruinas y la estatua de Federico Muelas que tanto amó esta ciudad. Buscando más información me he encontrado con su blog que me parece muy interesante para conocer todas las bellezas de Cuenca. Enhorabuena
ResponderEliminarGracias, Maria Rosa. Me alegro que te haya gustado el blog y que te haya servido para conocer Cuenca.
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